Tanto se ha centrado la lucha contra
las violencias machistas en aquellas que provocan alarma social, que la mayoría
de los hombres no se sienten interpelados; no encuentran motivos ni para
involucrarse en su erradicación ni para modificar sus hábitos. Para colmo, el
Pacto de Estado que se discute en la actualidad sigue olvidando a los hombres,
con lo que se le condena a tener un alcance muy limitado.
Nadie discute la necesidad de
incrementar la protección a las víctimas, pero debemos recordar que “la
violencia contra las mujeres es un problema de los hombres que padecen las
mujeres”. Puede ser una simplificación, pero nos recuerda que no podemos acabar
con las violencias machistas sin que cambien los hombres,
y que los hombres no van a cambiar por el Código Penal. El cambio de los
hombres exige tiempo y recursos que no aparecen en el borrador de Pacto de
Estado que está en discusión, y ya sabemos que en política lo que no cuenta con
presupuestos no se tiene en cuenta, y lo que no se nombra ni siquiera existe.
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